domingo, 1 de julio de 2012

Lo fatal, lo fugaz: lo fortuito

Desde que llegaste
las noches se estiran sobre sí mismas
y me hacen muecas desde
el otro lado de la cama
Desde que has llegado
dormir no entra dentro de mis hábitos
nocturnales y ya solo puedo zambullir mis labios
entre las desiguales páginas de un libro
de poemas y doblar las esquinas
como quien dobla un verano
y doscientos inviernos
Desde que sé que ibas a llegar, julio, mes maldito,
mi ropa ha ido refugiándose en los armarios
y el ventilador me hace más compañía
que los despertadores y las agujas del reloj
de la pared siempre pausado
Desde que llegas, julio, hasta que te vas
transcurren segundos maravillosos
y tu calor va a caer sobre mí
-los termómetros lo han pronosticado-
sobre esta que soy yo
inevitablemente
van a precipitarse tus mediodías lentos al sol
los breves atardeceres de mosquito
y golondrinas en el cielo
las noches de historias al desnudo
los precipicios de caricias
blancas y llenas de pecas
pero sobre todo, ahora que has llegado,
añorado mes de julio,
quiero que me abraces y que congeles
el poco tiempo que falta para que te marches
y regreses por vigésima vez.


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