domingo, 12 de mayo de 2013

pasajera en trance*

a veces me sentía lejos de allí

no imaginaba lo que sería abrir el mail y ver
una oferta para la misma obra de teatro
sí la misma
el viento en un violín
que vimos aquella noche de tango y striptease
en un cuarto oscuro y apenas iluminado
por la luz de una vela muy pequeña

a veces me cruzaba a un español
un galleguito como quien dice
y su acento causaba en mis entrañas
una mezcla de complicidad y repugnancia
que estaba más allá de lo humano
 y luego
como si fuera inevitable
le preguntaba de dónde era 
qué había ido a hacer allí
en el orto del mundo
cuánto tiempo llevaba en Buenosayres
pero nunca nunca nunca
me atrevía a preguntarle si pensaba volver
a su casa en Vallecas o el barrio Salamanca

en ciertas ocasiones me inventaba
que había nacido en Rosario
aunque mis papás eran naturales de Entre Ríos
y que de cuando en cuando viajaba
hasta un pueblecito más allá de la pampa
San Martín de los Andes
que tiene unos lagos preciosos y azulísimos
como los ojos de Carla 
amiga de Magui
la santafesina

en realidad pocos sabían
por no decir nadie
que jamás había pisado esos lugares
salvo en sueños puntuales
decididamente estrafalarios 

lo cierto fue que un día me cansé
de Capital Federal
y me fui a recorrer el norte 
como una mujer que huyese 
del hombre que nunca la ha querido
y viajé tantos kilómetros
debajo de mi manta boliviana
que mis ojos perdieron la noción del espacio
que no del tiempo

me gustaba la sensación de caminar
sin buscarle respuestas a todo
instintivamente
y seguir el brillo de las mismas estrellas
que lucen en el cielo de Madrid
día y noche estrellas distantes

pero a veces me sentía lejos de allí

entonces decidí romperme los huesos
contra las piedras más picudas
y dejar mi cuerpo 
abandonado en un río seco
y volví a buscar a ese que amaba
para decírselo 
pero no salió bien
nada bien

hicimos el amor en ocasiones contadas
muy deprisa y muy borrachos
hasta agotar el año 
y las ganas de restregarnos los fallos
o de gemir alto
como las tortugas mercedinas

finalmente
nos dijimos adiós 
en una terminal de autobuses
a las seis de la mañana:
yo me esforcé en llorar un tiempo prudente
hasta que se me cerraron los ojos
y muchas horas más tarde
desperté en la frontera con Chile

estaba rodeada
de extraños de soledad y montañas
en proporciones incalculables

me sentí distinta
muy distinta
entonces supe lo que era echar raíz y
lo mucho que duele exiliarse


*título de una canción de Charly García







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